Rondaban las acaballas de diciembre cuando en el trabajo, un servidor, decidía que se tomaría la quincena navideña de vacaciones y lo comunicaba a toda la plantilla, jefes incluidos. Al recibir la noticia, la dirección decidió cesar toda actividad por navidades y enviar la gente a casa, al fín y al cabo, si la estrella no pensaba aparecer por ahí, no hacia falta que nadie fuera.
El objetivo de mis vacaciones era doble. Por un lado surfear a muerte a pesar del preocupantemente escaso manto de nieve. Por el otro, hacerme con una wii. Quién hubiera dicho que lo segundo sería infinitamente más fácil que lo primero.
El primer dia de vacaciones que es digno de contar aquí (recordemos que algúna alma blanca y pura perteneciente a algúna jóven querubina podría posar sus ojos estas, mis sexualmente embargadoras palabras y perderse en el onanismo para siempre), fué uno en el que subimos a la Masella. Una jornada casi desastrosa que no sirvió ni para quitarnos el mono. Formabamos la columna de ataque a la estación mi ilustre compañera en pistas y sabanéos varios, un coleguilla que, todo hay que decirlo, nos llenaba de deshonra por el hecho de calzarse esquís(aunque salvara ligeramente la situación llevando esquís de freestyle), y la maravillosa persona que firma el artículo. En la estación nos esperaban al menos unos 5000 monos más, todos con su persona debajo deseando esquiar. La estación nos recibió con un total de 9 (AAHAHEMM!!! EHHEMMM HEM HEEMMM) pistas abiertas (sumaban en total tres posibles bajadas, siendo MUY generosos). Ni siquiera el precio parcialmente reducido que nos cobraron por el forfait (eso si, sin descuentos adicionales por carnés o vales ni de coña, por supuesto) paliaron el cabreo con el que abandonamos la estación una vez acabó el dia.
La jornada siguiente, cabreo incluido, me planté en una gran superficie que prometía tener la nueva maravilla de nintendo. Llegué tarde. Me salté violentamente la cola y a empujones y puñetazos me abrí paso hasta un gilipollas que cargaba 3 wiis, DENTRO del establecimiento aún, sin haber pasado por caja y pretendia REVENDERMELA A 400 EUROS SIN AÚN HABERLAS PAGADO ÉL. Tras dejarle la cara como un mapa, agarré una caja ensangrentada del suelo, la fregué con un trozo de algodón del jersey del interfecto que no se habia mojado de sangre, y me dirigí a la caja. Sin embargo, una preciosa niñita con la cara llorosa me cerró el paso hacia la caja mientras gimoteaba lastimeras frases de las que sólo entendí "quiero", "yo", "ese señor", "me ha pegado", "me ha quitado mi wii".
Normalmente no me doblego ante este tipo de patéticos espectáculos. Aparto al infante de una violenta patada, insulto a sus padres por dejarlos sueltos sin bozal ni correa y continuo mi camino, pero bueno, sea por el cabreo del dia anterior, séa porque en el fondo soy un humanista, le pregunté a la niña en cuestión: "¿Qué señor, ricura?". La niña lo señaló con el dedo, miré al panoli, y volviendo mi vista de nuevo hacia la niña le dije "pués le patéas los cojones hasta dejarlo inconsciente, y luego le coges la consola". La niña enturbiada quizás por la simplicidad de la propuesta, volvió a gimotear "pero yo no sabría patearle los huevos a nadie". Pero como nunca es pronto para aprender si lo que se aprende es bueno, unas dolorosas clases después (dolorosas para el panoli, que acabó inconsciente en el suelo), la niña tenía su consola. A todo esto la madre, que se sumó a las clases con vigoroso entusiasmo, se ofreció sexualmente para lo que yo tuviese a bién desear una vez terminadas las lecciones, pero me excusé del servicio porque de sexo voy holgado. Aún así, dejé que pagase mi wii y un par de juegos, y continué mi camino.
Esta vez sólo habia 4000 monos esperandonos, todos con su esquiador o surfista debajo. La estación había abierto la parte de arriba así que podías hacer UNA bajada más que el último dia (lo que significaba unas 5 pistas más abiertas según los dueños de la estación) y el forfait, esta vez, a precio completo. He de decir que el dia no fué tan lamentable como el anterior (tardamos menos tiempo en quitarnos el cabreo al fín y al cabo), aunque corrían por las pistas de la estación un helenco demasiado grande de indeseables. Y NO ME REFIERO A LOS CONOS (otramente llamados "aprendices" o "novatos"). Yo, que voy sobrado por las pistas (como en la misma vida, de hecho), aunque haya muchos conos, no me cuesta nada el esquivarlos, aunque caigan de repente y sean erráticos, y se apelotonen y en definitiva, entorpezcan poco o mucho mi elegante y vigoroso descenso, no me ponen de los nervios, porque sé que no dan para más, igual, con tiempo, logren ser los putos campeones olimpicos de salto, pero ahora no. Por eso no me sacan de quicio. Lo que me saca realmente de quicio es la gente que pudiendo bajar como quieran, optan por la opción "slalom", pasan a toda mecha por al lado de algún cono tan cerca que, aunque ni siquiera lo rocen, el cono cae. Pués bién, tanto abuso despierta mi lado menos amable, así que amigos y amigas novatos, sacad los codos, y con ellos, sácadles la nariz de sitio. Si son muy duchos bajando y no lograis cazarlos, pensad que en la cola del telesilla son casi tan patosos como vosotros, así que organizaos en pelotones de aplastamiento y hacedles un placaje que los lleve al suelo. Despojadlos de sus ropas de pijos, y atizadles en el culete para que corran sobre la nieve hasta que los pies se les caigan congelados a pedazos.
Tras varios dias de mucho sexo y videojuegos después (notaréis que no hablo de drogas ya que las he abandonado como proposito de año nuevo) decidimos buscar una alternativa DECENTE a la Masella. Y estimados lectores y queridísimas amigas, lo logramos. Concretamente el dia 2 de enero (año nuevo, vida nueva) nos llegamos a una estación que nos recibió CASI DESIERTA, con menos pistas que Masella abiertas pero curiosamente, con más posibles bajadas (una paradoja que cualquier avispado lector sabrá descifrar), y desde entonces surfeamos por ahí. No me pidáis que os revele el nombre, pués sé que este blog lo leen miles de entusiastas surferos que disfrutan y emulan nuestras gestas, y pronto la pista se llenaría de admiradores que nos impedirian esquiar con sus agasajos y peticiones de autógrafos (cuándo no de hijos). Así que no lo diré en voz alta. Quizás si te cruzas con nosotros por casualidad tengamos a bién atenderte, pero tendrás que correr mucho para hablarle a otra cosa que no sea nuestro culo ¿He dicho culo?
Mi trabajo, un lugar estresante...
El objetivo de mis vacaciones era doble. Por un lado surfear a muerte a pesar del preocupantemente escaso manto de nieve. Por el otro, hacerme con una wii. Quién hubiera dicho que lo segundo sería infinitamente más fácil que lo primero.
El primer dia de vacaciones que es digno de contar aquí (recordemos que algúna alma blanca y pura perteneciente a algúna jóven querubina podría posar sus ojos estas, mis sexualmente embargadoras palabras y perderse en el onanismo para siempre), fué uno en el que subimos a la Masella. Una jornada casi desastrosa que no sirvió ni para quitarnos el mono. Formabamos la columna de ataque a la estación mi ilustre compañera en pistas y sabanéos varios, un coleguilla que, todo hay que decirlo, nos llenaba de deshonra por el hecho de calzarse esquís(aunque salvara ligeramente la situación llevando esquís de freestyle), y la maravillosa persona que firma el artículo. En la estación nos esperaban al menos unos 5000 monos más, todos con su persona debajo deseando esquiar. La estación nos recibió con un total de 9 (AAHAHEMM!!! EHHEMMM HEM HEEMMM) pistas abiertas (sumaban en total tres posibles bajadas, siendo MUY generosos). Ni siquiera el precio parcialmente reducido que nos cobraron por el forfait (eso si, sin descuentos adicionales por carnés o vales ni de coña, por supuesto) paliaron el cabreo con el que abandonamos la estación una vez acabó el dia.
No era dia de hacerse un freeride
La jornada siguiente, cabreo incluido, me planté en una gran superficie que prometía tener la nueva maravilla de nintendo. Llegué tarde. Me salté violentamente la cola y a empujones y puñetazos me abrí paso hasta un gilipollas que cargaba 3 wiis, DENTRO del establecimiento aún, sin haber pasado por caja y pretendia REVENDERMELA A 400 EUROS SIN AÚN HABERLAS PAGADO ÉL. Tras dejarle la cara como un mapa, agarré una caja ensangrentada del suelo, la fregué con un trozo de algodón del jersey del interfecto que no se habia mojado de sangre, y me dirigí a la caja. Sin embargo, una preciosa niñita con la cara llorosa me cerró el paso hacia la caja mientras gimoteaba lastimeras frases de las que sólo entendí "quiero", "yo", "ese señor", "me ha pegado", "me ha quitado mi wii".
La niña tenia aproximadamente esta expresión y tamaño.
Normalmente no me doblego ante este tipo de patéticos espectáculos. Aparto al infante de una violenta patada, insulto a sus padres por dejarlos sueltos sin bozal ni correa y continuo mi camino, pero bueno, sea por el cabreo del dia anterior, séa porque en el fondo soy un humanista, le pregunté a la niña en cuestión: "¿Qué señor, ricura?". La niña lo señaló con el dedo, miré al panoli, y volviendo mi vista de nuevo hacia la niña le dije "pués le patéas los cojones hasta dejarlo inconsciente, y luego le coges la consola". La niña enturbiada quizás por la simplicidad de la propuesta, volvió a gimotear "pero yo no sabría patearle los huevos a nadie". Pero como nunca es pronto para aprender si lo que se aprende es bueno, unas dolorosas clases después (dolorosas para el panoli, que acabó inconsciente en el suelo), la niña tenía su consola. A todo esto la madre, que se sumó a las clases con vigoroso entusiasmo, se ofreció sexualmente para lo que yo tuviese a bién desear una vez terminadas las lecciones, pero me excusé del servicio porque de sexo voy holgado. Aún así, dejé que pagase mi wii y un par de juegos, y continué mi camino.
Valiosa instantanea de la madre
Después de desahogar el cabreo a base de videojuegos y sexo desenfrenado (nos llevó varios dias), mi dulce compañera de juegos y yo decidimos que podríamos intentar un segundo asalto a las pistas, esta vez en otro destino que no fuera la Masella. Sin embargo, a la hora del despertador, nos dejamos vencer por el vício y las ganas de toquetéos y sobre las 11 de la mañana llegabamos a la estación escoltados esta vez por mi insigne hermano, el cual comparte conmigo atractivo sin par aunque al parecer, lo de ir sobre una tabla lo lleva aún un poco verde. Como la Masella es la estación que nos queda más cerca, ahí estabamos de nuevo.
No era dia de hacerse un freeride
Esta vez sólo habia 4000 monos esperandonos, todos con su esquiador o surfista debajo. La estación había abierto la parte de arriba así que podías hacer UNA bajada más que el último dia (lo que significaba unas 5 pistas más abiertas según los dueños de la estación) y el forfait, esta vez, a precio completo. He de decir que el dia no fué tan lamentable como el anterior (tardamos menos tiempo en quitarnos el cabreo al fín y al cabo), aunque corrían por las pistas de la estación un helenco demasiado grande de indeseables. Y NO ME REFIERO A LOS CONOS (otramente llamados "aprendices" o "novatos"). Yo, que voy sobrado por las pistas (como en la misma vida, de hecho), aunque haya muchos conos, no me cuesta nada el esquivarlos, aunque caigan de repente y sean erráticos, y se apelotonen y en definitiva, entorpezcan poco o mucho mi elegante y vigoroso descenso, no me ponen de los nervios, porque sé que no dan para más, igual, con tiempo, logren ser los putos campeones olimpicos de salto, pero ahora no. Por eso no me sacan de quicio. Lo que me saca realmente de quicio es la gente que pudiendo bajar como quieran, optan por la opción "slalom", pasan a toda mecha por al lado de algún cono tan cerca que, aunque ni siquiera lo rocen, el cono cae. Pués bién, tanto abuso despierta mi lado menos amable, así que amigos y amigas novatos, sacad los codos, y con ellos, sácadles la nariz de sitio. Si son muy duchos bajando y no lograis cazarlos, pensad que en la cola del telesilla son casi tan patosos como vosotros, así que organizaos en pelotones de aplastamiento y hacedles un placaje que los lleve al suelo. Despojadlos de sus ropas de pijos, y atizadles en el culete para que corran sobre la nieve hasta que los pies se les caigan congelados a pedazos.
No sufrais por ellos, luego los recogen
Tras varios dias de mucho sexo y videojuegos después (notaréis que no hablo de drogas ya que las he abandonado como proposito de año nuevo) decidimos buscar una alternativa DECENTE a la Masella. Y estimados lectores y queridísimas amigas, lo logramos. Concretamente el dia 2 de enero (año nuevo, vida nueva) nos llegamos a una estación que nos recibió CASI DESIERTA, con menos pistas que Masella abiertas pero curiosamente, con más posibles bajadas (una paradoja que cualquier avispado lector sabrá descifrar), y desde entonces surfeamos por ahí. No me pidáis que os revele el nombre, pués sé que este blog lo leen miles de entusiastas surferos que disfrutan y emulan nuestras gestas, y pronto la pista se llenaría de admiradores que nos impedirian esquiar con sus agasajos y peticiones de autógrafos (cuándo no de hijos). Así que no lo diré en voz alta. Quizás si te cruzas con nosotros por casualidad tengamos a bién atenderte, pero tendrás que correr mucho para hablarle a otra cosa que no sea nuestro culo ¿He dicho culo?